viernes, diciembre 30, 2005

LIBROS Y DISCOS MÁS VENDIDOS


En el último congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, realizado hace tres años en Puerto Rico, se debatió sobre cómo había que celebrar el centenario cervantino de 2005. El Quijote cumplía 400 vigorosos años y se concluyó que lo mejor era publicar una edición popular, de precio asequible, que a la riqueza de su contenido uniera la limpieza de su presentación. Por lo menos en Chile se cumplió plenamente el objetivo: el libro se ubicó en los primeros lugares del ranking de ventas durante el año.
La explicación va más allá de los 5 mil pesos del precio o la repercusión del aniversario. Como todos los clásicos, la obra se recrea a sí misma a través de los valores culturales imperantes. Los cincos años que Cervantes estuvo preso por los moros en Argel y las tres veces que fue encerrado en España por deudas y malos manejos como inspector de la Armada influyeron en el grito de libertad que permanece intacto en el texto.
Alonso Quijano hoy detestaría que una potencia arbitrariamente y valiéndose de falacias atacara a un país que, pese a todos los abusos de su dictador, no merecía un ataque tan despiadado. Cabalgaría hasta la Casa Blanca.
Tampoco toleraría el sometimiento que hoy experimenta el individuo y seguiría desconfiando, tal como antes, en la autoridad que recorta la capacidad de iniciativa de las personas. Su anarquismo rechazaría la flexibilidad laboral dadivosa que ayuda a sobrevivir sin alas.
Los niños nuevamente están mirando con sospecha a los roperos. Gracias al cine, "Las Crónicas de Narnia" de C.S. Lewis han reconquistado a grandes y chicos. Si bien nunca dejó de ser lectura en los colegios, había perdido interés por culpa de las desechables peripecias de Harry Potter.
El elemento religioso de la saga, esencial para entender el mensaje de fondo de Lewis, puede ser incluso soslayado producto de la riqueza de los universos que describe el autor con una prosa de aplaudida calidad.
Hace un tiempo, Vargas Llosa dijo que era preferible no leer antes que embarcarse en los best-seller de Dan Brown. La declaración del escritor peruano generó variadas reacciones en su contra, enfocadas a que, independiente que sean prescindibles las ficciones del Vaticano o la estructura contenga vacíos cuestionables, nunca estará demás leer. "La Conspiración" y "Ángeles y Demonios" estuvieron entre los más vendidos en nuestro país.
SUBAN EL VOLUMEN
Los chilenos se conectaron con Coldplay desde el video "Yellow", donde se ve al vocalista Chris Martin caminando en un amanecer nublado por una playa desierta, con el pelo mojado por la brisa y secándose las lágrimas con el puño de su corta-vientos. El cuarteto conserva el sonido melancólico y no oculta la influencia de otras bandas británicas desgarradoras como Radiohead. Algunos expertos, varios de ellos extranjeros con escala breve y forzada en el país, han sostenido que hay un amplio sector del público chileno que se siente tocado por este tipo de contenido, un poco oscuro, si se quiere. Por eso no extraña que el disco "X & Y" haya sido uno de los más vendidos del año, aunque en varios de sus tracks se abuse del sello que les ha dado éxito. El piano de "Clocks", hit mundial del disco anterior, se asoma de vez en cuando y corta el estado de persuasión de la novedad. Es de esperar que a futuro no suceda lo de U2, de cuyas canciones se puede adivinar la autoría mucho antes que aparezca la voz de Bono.
Pese a que el disco salió sólo hace unos meses, "Confessions on a Dance Floor" de Madonna se encaramó en los primeros lugares, gracias a la fuerza con que entró el primer single "Hung up", una versión sampleada de un clásico de los suecos Abba. Madonna sustituyó su chapa de "chica material" por el de "chica de opinión". Habla sobre absolutamente todo, a veces con un tono de sermón que ha sido severamente juzgado por los medios norteamericanos. Hasta llegó a reprocharle a su maquillador que no estuviera inscrito para votar. Su nuevo triunfo hace olvidar el fracaso de "American Life", que incluyó el retiro del video clip donde, vestida de soldado, comparaba a Bush con Hussein, contradiciendo su postura contestataria. Es como si en los 80’ hubiera sacado el jugueteo con el crucifijo en "Like a Virgin". Musicalmente, la nueva placa es más cercana al techno y la electrónica de "Ray of Light". Visualmente, la reina del pop sigue tan osada, exquisita y frívola como siempre, por lo que cuesta imaginarla en sus tiempos libres leyendo la Torá, como acostumbra desde hace unos años.
De hecho, la canción "Isaac" le valió la acusación de blasfemia de parte de rabinos ortodoxos por hacer referencia a Isaac Luria, un místico judío del siglo XVI.

jueves, diciembre 29, 2005

CARNAVALES CULTURALES


Cultura es sinónimo de respeto, tolerancia, diversidad. Si unos rockeros se empujaron como sardinas vivas en el patio de una antigua cárcel, descargando energía y rabia, no tienen por qué subir con prepotencia a un bus y molestar a los pasajeros con chistes groseros. Falta restringir un poco el concepto de cultura. Es cierto que la cultura se encuentra en la calle, en la gente, más que en los libros, pero, a mi modo de ver, que no es elitista en ningún caso, no cualquiera puede declararse un hombre de cultura, menos como chapa esnobista que se despega cuando conviene parecer antisistémico.
Andar en zancos o llevar el ritmo de la batucada es un mérito. Quizás hasta sea un arte. Lo único que pido es que tampoco lo sobrevaloremos tanto. Los carnavales son una fiesta y es bueno que existan, peor sería no tener nada, pero tampoco creo que aporte mucho escuchar al Temucano recitar otra vez “La Casa Nueva”. Para la mayoría es una instancia más para tomar y fumar pitos. Años atrás habría hecho lo mismo. La diferencia es que jamás me habría engrupido creyéndome un agente de cultura, como muchos que ahora pontifican y critican habiendo leído con suerte Las Últimas Noticias. Afortunadamente, entre la muchedumbre, hay gente de la que uno de verdad puede aprender y también hay espectáculos valiosos. No quiero parecer el típico amargado. No lo soy. Sólo pido hacer las distinciones necesarias para no mezclar mierda con arte.

miércoles, diciembre 28, 2005

EPIFANÍA (Gracias, Auster)

“Al pensar ahora en ese momento, me tienta utilizar el lenguaje tradicional del amor. Deseo hablar con metáforas de calor, de fuego, de barreras que se derriten ante pasiones irresistibles. Soy consciente de lo ampulosos que pueden sonar estos términos, pero creo que al final son exactos. Todo había cambiado para mí, y palabras que nunca había comprendido, súbitamente empezaron a tener sentido. Aquello fue una revelación, y cuando finalmente tuve tiempo de absorberla, me pregunté cómo había podido vivir tanto tiempo sin aprender aquella sencilla verdad. No estoy hablando de deseo tanto como de conocimiento, del descubrimiento que dos personas, a través del deseo, pueden crear algo más poderoso de lo que ninguna de ellas podía crear sola. Ese conocimiento me transformó, creo, e hizo que me sintiera más humano. Al pertenecer a Sophie, empecé a sentir como si perteneciera a todos los demás. Resultó que mi verdadero lugar en el mundo estaba más allá de mí mismo, y si estaba dentro de mí, también era ilocalizable. Era el diminuto espacio entre el yo y el no yo, y por primera vez en mi vida vi esta nada como el centro exacto del mundo”
("La Habitación Cerrada", Paul Auster)

martes, diciembre 27, 2005

BACHELET

“Hay gente que está comiendo de tu “no saber qué decir”. Su fuerza es la ignorancia de todos nosotros. Vampiros que suponen que somos felices con sobrevivir. Y se aseguran que todo siga así”
(Poder Elegir, Los Prisioneros)
Michelle Bachelet tiene varios defectos. No lo voy a negar. Hay una crítica que se repite mucho y que me tiene podrido, sobre todo cuando proviene de gente con las mismas luces de cualquier hijo de vecino. FALTA DE CARÁCTER. La he escuchado tantas veces en los últimos días, sobre todo en el trabajo. Me gustaría hacer una pregunta a los superhombres que escupen y escupen sin pensar.
¿Si, siendo estudiante universitario, mataran a tu padre, torturaran a tu madre, te torturaran a ti mismo y luego te mandaran al exilio, serías el mismo? ¿Habrías tenido la brillante carrera de Bachelet?
Si eso no es tener carácter, coraje, corazón, no sé en qué mierda de país vivo. El liderazgo es más que usurpar ideas ajenas, recitar analogías sacadas de manuales gringos de administración y especular en la Bolsa sin ser capaz de subir en 20 mil pesos el salario de tus trabajadores.
Adscribo a las ideas planteadas por Lemebel y Squella. Vaya que tienen razón. No quiero a Lavín de ministro. No quiero a la derecha en La Moneda. Si ya cuentan con el beneplácito de la Iglesia, el empresariado, los medios y tantas otras instancias, sería retroceder veinte años en cuanto a respeto de ideas, diversidad y pluralismo. No quiero que nadie elija por mí. Basta de paternalismo estúpido.

LAS COSAS POR SU NOMBRE

Con alegría, me he enterado que por fin hay un espacio donde se habla de la realidad política ariqueña sin tapujos. Además, tiene mucho humor y picardía. No voy a mentir diciendo que extraño a Arica, pero me he acostumbrado a seguir de vez en cuando su acontecer. Es una ciudad bizarra y llena de peculiaridades, donde pueden pasar cosas tan insólitas como la audiencia de la alcaldesa de Camarones, por lo que celebro y felicito a quienes contruyeron el sitio. Abajo Paredes, Valcarce, Zapata, Figueroa....todos .....que se vayan todos....

www.pasquinnews.blogspot.com

viernes, diciembre 23, 2005

BUSCANDO A SCROOGE

No puedo verte. No puedo tocarte. Y te siento. Te siento tal como antes. El video corre rápido. Preparas el arbolito con los adornos de Coca-Cola. Buscando ofertas en todas partes, el presupuesto, siempre escaso, cuadraba para alegrarnos a todos, aunque supiéramos que las cosas para nadie marchaban normalmente. Daría todo, todo, por abrazarte, decirte cuánto te quiero, cuánto te extraño, cuánto pienso en ti. Me arranco de la realidad en los lugares más inesperados y los momentos más inoportunos. Ahora mismo. Por suerte a ratos puedo hacerme invisible con esa facultad que heredé de ti. Me desconecto para sumergirme en mis emociones y conectarme contigo. Te necesito. No sé en qué me equivoqué para que él quiera estar solo. Me aflige, me duele mucho, me desconcierta que la única persona que de verdad tengo acá, donde nos quedamos extrañándote, no le interese compartir en una fecha que me duele tanto como a él. Por el álbum de animales que encontré en ese caluroso galpón santiaguino me enteré que estás al tanto de mi vida. Supongo que te tranquiliza, pero es raro no poder completar la felicidad con él.

Sueños de niñez. Ya no puedo ser el cabro chico de antes y meterme en tu cama en busca de respuestas, haciéndonos cariño y hablando como si fuéramos gatos. A veces rasguñabas fuerte. Me las arreglaré como pueda. Sólo quisiera saber en qué momento también se estropeó la relación con mi hermano. Me aburrí de tomar siempre la iniciativa. El disfraz de Viejo Pascuero no me queda bien.

jueves, diciembre 22, 2005

ISLA JUAN FERNÁNDEZ

Cada uno carga con sus propios mitos y miedos. A veces nunca se toma real conciencia de ellos. Llevo unas horas en el buque Aquiles de la Armada en dirección a Juan Fernández y ya confirmé uno de los míos: me mareo. La leyenda familiar dice que una vez había vomitado en un tranquilo viaje en lancha por la bahía de Valparaíso, avergonzando a todos y arruinando el paseo a una desconocida señora que iba sentada a mi lado. Tensión y caída. La montaña rusa se despliega en cámara lenta, eternamente, como si hubiera coimeado al encargado para que no me bajara del carro. Sigo el consejo de mi compañero y subo a cubierta, donde encuentro a unos quinceañeros tirando escupos como Di Caprio en Titanic, hipnotizados con las olas que la mole forma con la precisión y frecuencia de las piscinas de Disney.

En la entrada de un salón, me encuentro con Felipe Lamarca, presidente de la Sofofa cuando ninguno de sus miembros amaba a Ricardo Lagos y hoy flamante crítico del modelo económico. Al empresario no le gusta la desigualdad ni la concentración de riqueza. Me saluda amablemente y lo sigo por la posibilidad de una entrevista, pero me topo con un oficial que diplomáticamente me invita a salir. No todos pueden entrar.
Lamarca no es el único VIP a bordo. También viajan el senador Sergio Romero y el alcalde de Pudahuel. Mientras escucho que unos niños discuten sobre la existencia del Viejo Pascuero, con argumentos y turnos de un precoz banquete platónico, decido continuar mi recorrido por esta ciudad móvil, compuesta por 338 pasajeros y 135 funcionarios de la Armada.
El cabo Miguel Fica aprendió a cortar el pelo durante el servicio militar. Es un marino más, con funciones idénticas a sus colegas, pero también debe atender la peluquería. No aburre con filosofía barata y no se complica cuando tiene en el sillón a personajes como Nicolás Eyzaguirre, uno de los famosos que ha cambiado de look en el Aquiles.
En otro sector del piso, Juan Pablo Segovia se muere de calor preparando los 50 kilos de pan que diariamente necesita la tripulación. Con humildad de abuelita pastelera, dice que la receta es “hacerlo con harto cariño”.
Arrancamos de la temperatura y el hambre. Algunos pasajeros son estudiantes que se devuelven a la isla tras rendir sus exámenes. Felipe Paredes es uno de ellos. Pasó a tercer año de la carrera de Educación Física de la Universidad Andrés Bello, con notas que auguran que terminará en el plazo normal y podrá retornar, como añora, definitivamente a su casa.
Siguiendo los pasos de su padre, quien recibió una beca de Pinochet para cursar la Enseñanza Media en los Sagrados Corazones de Valparaíso, pisó el continente y se matriculó en el tradicional establecimiento de calle Independencia.
“Tenía 13 años y llegué a un mundo distinto, por la cantidad de gente y su dinámica. Yo no quería salir de la isla porque tenía un poco de miedo de fracasar en el continente. Me chocó al comienzo la agresividad que se ve en la vida diaria, desde que uno toma la micro. Por eso espero titularme y radicarme otra vez en la isla”, explica.
Felipe llegó a una residencial que el Gobierno había dispuesto especialmente para los isleños en el cerro Los Placeres. Allí se daban ánimo y se apoyaban cuando veían que alguno se bajoneaba más de la cuenta.
Se nota cuánto quiere su pedazo de tierra. Parece que es un signo de los habitantes de este sitio tan desconocido para el resto del país. Mónica Pérez, estudiante de la UPLA, lo sabe mejor que nadie. Hace un año realizó su práctica profesional en la isla, donde se enamoró de Daniel, un pescador que se gana la vida atrapando langostas y capturando vidriolas, semejantes al atún. Con optimismo, Mónica cuenta que lo viene a buscar.
“A mí me queda entregar la tesis. Me encantaría que nos quedáramos en Valparaíso. Me ha dicho que no quiere estar sin mí, así es que, aunque a priori no le guste mucho la idea de cambiarnos, espero convencerlo y cambiarnos”, dice con humor, anticipando que tendrá que ser paciente.
Si los piratas encontraron la isla tan cubierta de nubes como nosotros, deben haber concluido que era el sitio ideal para esconder el tesoro que afanosamente busca el norteamericano Bernard Kayser. Hasta el senador Romero se ofrece para tomar fotografías a los más chicos, mientras por los parlantes suena una presuntuosa gaita.
En pleno período de campaña, Juan Fernández debe ser uno de los pocos lugares donde no hay propaganda. La primera vuelta marcó un hito: es la única vez que ha vencido un candidato de la Concertación.
Don Victorio Bertullo, dentro de todas las funciones que cumple acá, es también “asesor electoral”, cuyo deber es velar porque todo funcione a la perfección en las dos mesas de la isla. “Aquí todo estuvo tranquilo, como siempre”, cuenta este hombre que perdió la elección de alcalde en 1992 por siete votos ante Leopoldo González, todavía firme como máxima autoridad.
Con mucha amabilidad, me presta uno de los computadores de la Casa de la Cultura, entidad que reúne a la biblioteca municipal y el museo. No es poca cosa. Los tres aparatos de la pequeña sala son los únicos de uso público con acceso a Internet que existen acá. Se reservan con días de anticipación. Intento ingresar al servicio Messenger para avisar que llegué sin problemas, pero la conexión tiene fallas. Me siento como Néstor Cantillana en la última parte de la película “Historias de Fútbol” de Andrés Wood, cuando se sube al techo de una casa chilota en medio de un gran temporal para mover la frágil antena que coge la señal del partido contra los alemanes en España 82’. Mi desesperación no da para tanto. Quizás me pesan las 28 horas de navegación.

El obrero Héctor Campos comparte unas cervezas con Hugo Arredondo, presidente del Sindicato de Pescadores, en el restorán Barón de Rodt. Con mi compañero Gustavo, reportero gráfico del diario, nos sentamos cerca de ellos. La dueña del local, prima de Hugo, se desvive por la larga mesa de pasajeros del Aquiles, descuidando al resto, incluidos nosotros, que no tenemos facha de autoridad ni gerentes.
Nos vamos con Héctor a una “picada”, definida así no tanto por sus precios, sino por la tranquilidad y atención. Por culpa de la escasez de transporte, reducido al viaje al pequeño “Navarino” una vez al mes, todo cuesta más caro. De entrada nos damos cuenta que estamos con un personaje especial.
-¿Y por qué te viniste a la isla, Héctor? ¿Algo especial?
-Salvando el culo, ¿te parece poco?
En “El Mirador de Selkirk”, la señora Julia nos trata como en casa. Tiene un cliente muy especial. William Bamond, ex combatiente de Vietnam, viajó desde Limache para conocer la isla. Su bisabuelo chileno, de apellido Bahamondes, se ganó la nacionalidad norteamericana defendiendo a ese país en su guerra con Cuba en 1898. Ingenioso, el ancestro adaptó su apellido para integrarse con propiedad al american way of life. Por este vínculo, Willy se vino el 71’. El gringo se las trae: vende dulces, produce miel y hasta trasquila a su jauría de perros y manda los pelos a una comunidad mapuche para que le hagan chalecos. Un artista. Incluso, trajo un disfraz de Viejo Pascuero para alegrar a los chicos de la isla. “Yo no vengo a vender, vengo a regalar”, nos dice al pasarnos unos exquisitos cuchuflí.
Héctor, algo así como nuestro Viernes siguiendo el referente de Defoe, nos guía por la noche isleña. Nos saltamos el matrimonio de Luis y Pamela, todo un acontecimiento para los habitantes, porque hay algunas personas con las que nuestro nuevo amigo no se lleva bien. El paraíso no existe. Luego de un recorrido por el cementerio, revisando con esfuerzo en el cerro contiguo los cañonazos del “Dresden”, buque alemán hundido en la Primera Guerra Mundial por el acorazado inglés “Kent”, nos devolvemos a la plaza y nos encontramos de nuevo con don Hugo, quien nos invita a su casa.
Me ofrezco a llevar la carretilla donde el pescador lleva mercadería. Mientras Héctor, Hugo y Gustavo conversan, pienso en lo desconocida que es la tragedia del Dresden para los chilenos, como si fuera muy rutinario participar como escenario neutral en un combate mundial.
Don Hugo es un anfitrión excepcional. En una foto colgada en el living, se le ve sonriendo delante de la torre de Pisa, viaje que hizo el año pasado. Ahora anda medio preocupado porque tiene un encargo de 300 langostas, equivalentes a 2 millones 500 mil pesos. Es un hombre sencillo, que no se marea en la costa ni cuando le va bien con su oficio.
“Aquí somos gente trabajadora. Nos gusta pasarlo bien, eso está claro, pero nos preocupamos de llevar un orden”, dice con orgullo. Héctor, que en un buen mes puede ganar 600 mil pesos en la construcción, asiente con respeto. Se nota que son buenos amigos, pese a que, entre talla y talla, se tiran palos. Después de comer y conversar un buen rato, nos acostamos porque al otro día nos espera una jornada de pesca.
Después de una buena “choca”, salimos a la mar. Cada bote tiene un número y se anota en las boyas que indican la ubicación de las trampas para langostas, ahorrándose líos de propiedad. Cuentas claras conservan la amistad. Como la corriente está fuerte, muchas boyas están hundidas, por lo que Hugo y su ayudante-compadre, con una memoria fotográfica, usan los cerros como referencia y las rescatan con un gancho.
El viaje es maravilloso. La dignidad de la pesca, el oficio que exige, alientan para no marearse. Gustavo se encarama como puede en el bote para tomar fotografías. Después de un rato, Hugo echa leña en un tarro y pone una oscura tetera. Celebramos la buena jornada comiendo langostas en el mismo bote, privilegio que muy pocos pueden contar. Después de algo así, se pierde el miedo al mareo de vuelta.



VORAGINE NAVIDEÑA


Todo el público se desplaza en fast forward. ¿Quién tiene el control remoto? Según los críticos del sistema, tanto trasnochados como lúcidos, las empresas comerciales programan nuestros gustos como si fuéramos seres virtuales encerrados en un Playstation o Matrix. El mall es una colmena de ladrillos. Lo peor de todo es que no tengo idea qué voy a comprar. Sí, lo confieso: hago regalos en Navidad. Pocos, pero buenos. Es políticamente incorrecto declararse un “consumidor”. En tiempos neoliberales, equivale al hombre-masa de antaño. Me he perdido sin complejos en el anonimato del agitado rebaño navideño.

Normalmente, salvo los fines de semana largos, quedan peldaños vacíos en las escaleras mecánicas. Hoy no. De hecho, hasta voy acompañado, algo tan desagradable como dar vueltas con un desconocido en la rueda de Chicago. La señora se siente con más derecho que yo por llevar bolsas. Para asegurarme, la adelanto con la destreza del español Alonso apenas tocamos piso, no vaya a ser que se le ocurra subirse a la siguiente. En la selva, Tarzán se tiraba en lianas. En un mall, si no se usan las escaleras mecánicas, no hay de dónde colgarse, porque los ascensores están repletos y los peldaños normales están escondidos detrás de baños o filas de teléfonos que tampoco son muy fáciles de hallar.
Al rato me encuentro con un auxiliar de mi colegio. En mis horas de fuga, vagando por los pasillos mientras el resto resolvía ecuaciones, solía conversar con él de fútbol. Si no había nadie cerca, jugábamos a los penales en una reja que nos servía como arco. Para darle un poco más de emoción, como si no bastara con la adrenalina de estar atentos que no nos sorprendiera alguien, apostábamos patadas. El viejo usaba bototos con punta de acero, lo que me obligaba a volar como el Cóndor Rojas antes del Maracanazo.
Ahora viene lleno de bolsas. Después del abrazo de rigor, le pregunto por los regalos y cómo piensa pagarlos, pues, a simple vista, sólo ojeando lo que traslucen los plásticos más ordinarios, se ve que se tomó en serio la ayuda al Viejo Pascuero. Eludiendo la respuesta, con la picardía intacta, me dice que con la guata que tengo ya no debo correr en la cancha.
Se ve feliz con sus compras. Hay dos especiales: una pelota de fútbol y la camiseta de Colo Colo. Apenas terminen de repartirse los regalos, su nieto saldrá a chutear a la calle y, seguramente, como yo también lo hice alguna vez, dormirá abrazado a ella, contemplando sus cascos y marcas negras. La pelota o la “caprichosa”, como la llama Quique Wolff en ESPN. Esa alegría merece que uno se encalille.

Tengo que comprar dos regalos. Es una de las ventajas de no tener una familia numerosa. Como muchos chilenos, no hago demasiados regalos durante el año, pero no por apretado o tacaño, sino porque, simplemente, el presupuesto no da para más. Además, encuentro entretenido elegir, aunque, a veces, como hoy, la tarea se haga más tediosa con tanta gente dando vueltas.
Entro en una librería. Harry Potter y la novela de Simonetti son los más solicitados. Harold Bloom, el gurú de la crítica literaria en Estados Unidos, dijo que las aventuras del precoz mago no eran nada al lado de nuestro Papelucho, tanto por estructura y estilo como fomento a la lectura infantil. Por curiosidad, consulto si han vendido textos del flacuchento hijo de Marcela Paz. Pocos.
Lo más complicado de obsequiar un libro es adivinar si la persona ya posee en su biblioteca el que uno tiene en mente. Por otro lado, es un buen ejercicio establecer, de acuerdo a todo lo que uno conoce a la persona, qué necesita ahora, qué tipo de historia la puede capturar. Algo parecido sucede con los discos.
Si bien muchos lo niegan, uno siempre termina comprándose algo. Separo los dos libros, uno para mi tía y otro para mí, hago la fila, que por suerte no es muy larga, y salgo otra vez a la colmena.
El otro regalo lo tengo decidido desde hace tiempo. El dependiente me explica que, lamentablemente, el producto está agotado. No puede ser. Me demoré más de una semana en escogerlo y ahora me salen con esto. Me desespero. No saco nada con solicitarlo por Internet porque llegaría después de Navidad, casi junto con los fuegos artificiales de fin de año. Apelo a cuanto argumento sensiblero se me ocurre en el momento y consigo que el empleado, apestado como todos a las 9 de la noche, se dirija a la bodega en busca del milagro.
Mientras espero, me encuentro con una compañera de la universidad. Dentro de lo que logro retener de esta ave parlanchina, de quien lo único que sabía es que había migrado a un humedal intelectual europeo, me mortifica que repita una y otra vez que lo único que realmente importa es regalar algo lindo a la pareja, junto con lo trágico de equivocarse o sentir que uno no acertó con el paquete.
-¿Y tú en que estás?, me pregunta para tomar aire con tanto discurso.
-En eso.
-¿En eso? ¿Qué es eso?
-Buscando un regalo.
-¿Y todavía no lo tienes claro? Siempre tú haciendo todo a última hora, oye.
-No todos nos preparamos con tanto esmero.

Menos mal se va, tan parada como siempre. Todavía no llega mi salvador. Con un poco de rabia, admito en mi fuero íntimo que este año si me preparé con esmero, aunque fuera sólo en la elección. Como tenía definido el regalo con antelación, me relajé y aquí estoy, más que angustiado, pasadas las nueve de la noche el día anterior de Noche Buena, ya sin fe. El fantasma de Ebenezer Scrooge, el viejo amargado del famoso cuento de Dickens, se pasea entre la muchedumbre que desenfunda tarjetas de crédito con la rapidez de John Wayne.

-No me va a creer, pero quedaba uno.
Los flojos y encalillados también reciben milagros navideños.

miércoles, diciembre 14, 2005

CALEUCHE COMIC

Siempre hay que elegir en la vida: Maradona o Pelé, Beatles o Stones, Borges o Cortázar. En mi barrio, hace más de 20 años, todos eligieron a Superman y subieron de los muros para volar aunque fuera sólo unos segundos y les quedaran moretones en las rodillas. Yo prefería soñar con pegarme a las paredes y botar con mi telaraña toda la ropa que la vieja del frente colgaba sin pudor en su ventana.
Gracias a la nueva revista "Caleuche Comic", ahora los niños podrán escoger superhéroes salidos de las aulas de la Universidad de Concepción y distintos puntos del país. No faltará quien se identifique con el villano. El mismo Borges dijo que había que elegir con cuidado al enemigo porque uno siempre termina pareciéndose a él.
El talquino Miguel Angel Contreras, fundador de esta revista que se imprime en la calle Yungay de Valparaíso, destaca que desde hace años no se publicaba con continuidad un comic netamente chileno. Quizás la última revista con repercusión fue la mítica "Barrabases" de Guido Vallejos, cuyos partidos, todos peleados y divertidos, marcaron a varias generaciones. Todos soñamos con colocar la pelota en el ángulo como Pirulete o hacer paredes mágicas con Guatón, el verdadero "10" del fútbol chileno.
"Somos grandes lectores de comic. Cuando niños leímos Barrabases, Mampato, Cosquillas, Superman, Batman, todos. Hace 8 meses nos propusimos hacer esta revista y estamos muy satisfechos. Está pensada para niños en cuanto a lenguaje y no hay desnudos innecesarios. Trabajan 5 dibujantes y 3 guionistas y la gracia es que las historias surgen acá, en Chile, en escenarios conocidos por todos, incluso en algunas está presente la mitología chilota", explica Miguel.
El tercer número se puede pedir desde hoy en los quioscos y el precio bajó de 1900 a 1500 pesos. Como en este tiempo han conseguido fieles fanáticos, cuentan con la página www.caleuchecomic.com. La idea es reclutar pronto dibujantes porteños.

martes, diciembre 13, 2005

CONGRESO


Cuando los alumnos egresan de cuarto medio, sus compañeros de colegio les rayan las camisas hasta que se agota la tinta de los plumones. La euforia se confunde con la melancolía de quienes les gustaría alargar un poco la enseñanza media. Hoy, en la Cámara Baja, se ve una escena similar. Mientras algunos festejan, otros dominan en silencio la amargura de no haber sido reelectos.

Carmen Ibáñez, siempre muy arreglada, con maquillaje perfecto, esta vez se ve pálida, con un sencilla traba en el pelo. No tiene ganas de adelantar a nadie y espera pacientemente su turno para saludar a Guido Girardi, el doctor que le cantó "Adiós, chico de mi barrio" a Andrés Zaldívar. Cuesta definir qué brilla más, si la corbata verde o la sonrisa del flamante senador. A lo lejos, muy a lo lejos, se escucha a Gabriel Ascensio nombrando los temas en tabla. El murmullo generalizado corta la señal.
En otro sector del hemiciclo, Rosa González, la de "Aric…", recibe el apoyo sus compañeros de la UDI, tan tristes como ella por su escuálida votación en el norte. Camino en la cafetería, tras constatar cómo en unos minutos Germán Gamonal pasa de entrevistador a entrevistado, nos encontramos con Arturo Longton. Se excusa caballerosamente de hacer una evaluación de su bajo apoyo en la senatorial, aunque, con mucho orgullo, advierte que la presencia de su farandulero hijo, famoso por su participación en un reality show, lo ayudó bastante para darse a conocer en Coquimbo.
Waldo Mora detesta los comentarios descafeinados, desde sus intervenciones radiales en "La Sintonía Azul". Con seguridad, afirma que el electorado castigó a la senadora Carmen Frei y que de rebote lo excomulgó a él. Cuando comentaba los partidos de la Universidad de Chile, el equipo azul rara vez jugaba mal. Parece que de verdad son útiles las analogías futbolísticas en política.
La debacle de la DC es uno de los temas recurrentes en la cafetería.
-"¿Cómo está, compadre?", le pregunta Antonio Leal a Jorge Burgos.
-"Preocupado, pero bien", responde el DC con rostro sincero.
Hasta Patricio Walker, segunda mayoría a nivel nacional, guardó las sonrisas en el comando. Una que no tiene por qué esconder su alegría es Ximena Vidal. Con su marido, Ramón Farías, cambiaron los libretos de las teleseries por los pesados proyectos de ley. Ximena está contenta porque viajarán juntos y ahorrarán plata en bencina, aunque, con el poder femenino que impregna hoy al progresismo, dijo que ella tiene un modo de trabajo distinto al del su pareja.
Cerca de Ximena, Eugenio Tuma agradece por celular el apoyo de alguien que desconocemos y lo hace sentir parte de su triunfo. La conversación telefónica se interrumpe cuando Enrique Accorsi, enemigo de los rottweilers furiosos, lo abraza afectuosamente. "We are the champions, muy friend", como cantaba Freddy Mercury. La felicidad del progresismo contrasta con el descontento de la Falange.
En la misma barra de la cafetería, donde unos meses atrás ambos fijaban estrategias de sus respectivas campañas, se encuentran Juan Pablo Letelier y Aníbal Pérez, protagonistas de la contienda concertacionista en la VI Región. Las rencillas quedaron archivadas. Letelier, quizás por efecto de su victoria, ni siquiera las recuerda. Elección pasada, vida nueva. No todas la asumen con el mismo entusiasmo.

viernes, diciembre 02, 2005

NOSTALGIA


El 17 de diciembre celebraremos los 10 años de egreso del colegio. Después de muchos devaneos innecesarios, quizás producto de miedos o complejos que me negaba a admitir, he decidido participar. Como anticipo, la Chichi me envió esta foto del día en que llegamos del Viaje de Estudios. Aparecen grandes amigos, de los mejores: Sebastián, Antonio, Carlitos, Caco, Gato…

jueves, diciembre 01, 2005

WHY DOES MY SOUL FEEL SO BAD?

Huidobro dijo que el adjetivo, cuando no da vida, mata. Llevo diez minutos pensando en la definición de mi ánimo. Podría recurrir al diccionario, pero detesto los torpedos. Quiero encontrar el adjetivo por mi cuenta, capturarlo como si fuera mío, sólo mío, aunque se me escape antes de terminar su última sílaba. Ya agoté mis lágrimas. La pena sigue ahí. Y los adjetivos flotan en mi disco duro, riéndose porque no soy capaz de escoger. Uno, arrinconado en el parietal derecho, pierde la timidez y se asoma como los perros en las tiendas de mascotas. Algo me advierte que no se conformará con matar la frase.