lunes, enero 14, 2008

EL CUARTO SODA


"¿El cuarto Soda? You". Así terminó Cerati la gira "Me verás volver" en el estadio de River Plate. Equivale al "Gracias, totales" del '97. En estos meses, apenas se anunció el reencuentro, todos los medios, unos con mayor reporteo que otros, intentaron descifrar quién era el esquivo personaje. ¿Tweety? ¿Coleman? El frontman, proveedor infinto de frases para el bronce, zanjó la discusión en el último concierto. Previamente, en Santiago, durante el frío primer recital, al que llegué recién en la tercera canción, Cerati abordó con sarcasmo la inquietud de la prensa. "¿El Cuarto Soda? ¡Nunca existió!", dijo esa vez mirando de frente a algunos candidatos, en ese momento envueltos en humo, huérfanos de los interesados flashes de las notas previas, seguramente hechas sin consultar al trío que tenía la verdad. El brusco cambio de percepción podría servir para teorizar sobre un mito: el público chileno rara vez calienta a alguien.

Estuve en ese recital. No se puede culpar al artista por no sentirse a sus anchas en el escenario. A la mierda con el profesionalismo que pregonan algunos. Sonaron bien y con eso justifican la entrada. La conexión con el público no está incluido en el precio. Eso se gana en la cancha, mojando la camiseta, desplegando euforia, construyendo inmortalidad. Es parte del rito de asistir a un evento de este tipo. Cuando se apagan las luces y suenan los primeros acordes, la sensación es muy distinta a la del cine. Con las películas, el vínculo es personal, secreto, íntimo. Uno puede estar de buen ánimo o bajoneado, pero el prisma lo fija el espectador. En el recital, no. Hay 50 mil personas y es imposible anticipar si el asunto prenderá o no. ¿Mal chileno? Quizás. Nunca he ido a un recital con la certeza que presenciaré un acto litúrgico entre la banda y la gente, que es lo que quisiéramos que ocurriera siempre.

Independiente de qué tan buen público seamos, disfruté el regreso de Soda. Discutí mucho con mi gran amigo Álvaro sobre la validez del retorno. Enemigo acérrimo de cualquier cosa que se vincule a Cerati, el Cuervo criticó que la gira de Soda era un negocio más, como el de Police o incluso las Spice Girls. Uno más entre tantos. Vendidos, mercachifles, decadentes, todo eso. No comparto su opinión.

Soda Stereo es lo más cercano que hemos tenido, en cuanto a fenómeno pop, a los Beatles en este continente. Ojo, sólo como fenómeno, no hablo de música, creación o arte. Son casos homologables en escalas sideralmente distintas, pero homologables al fin y al cabo. La histeria inicial de las groppies, la búsqueda del integrante perdido (¿fue Neil Aspinall el verdadero quinto beatle?), los líos de faldas (por lo menos Cerati se tentó con alguien más agraciada y menos ruidosa que Yoko), renegar de la letras facilistas del comienzo, etc. Es cierto que muchos son lugares comunes del rock, pero Soda alcanzó una dimensión que ningún otro grupo siquiera avizoró a este lado del mundo. No es poco.