28: SIN POLVOS NI AUTOMÓVIL
Hace unos minutos cumplí 28 años. En mi adolescencia pensaba que a esta edad sería un exitoso abogado y echaría polvos en ascensores.
INTERRUPCIÓN. MIS COLEGAS, QUEDAMOS TRES A ESTA HORA, SE ACORDARON DE LA FECHA Y ME ABRAZAN. PENSÉ QUE NADIE LEÍA LOS AVISOS DEL DIARIO MURAL DE LA EMPRESA. DE LOS TRES ABRAZOS, UNO ES SINCERO.
Retomemos. No soy abogado y prefiero ni hablar de sexo. Basta con decir que todavía consumo altas dosis de pornografía. Tan cagado no estoy, pero estoy a años luz de emular a Peter North o Ron Jeremy. Han pasado seis minutos y presiento que este cumpleaños será de los más raros de mi vida. 28. Suficiente para ser un análisis más maduro o acabado de lo que ha sido mi vida y hacia dónde voy. Es un ejercicio íntimo, aunque supongo que algo se puede compartir. El hecho que a esta hora esté pensando en que tengo que llegar a la casa para lavar un calzoncillo y un par de calcentines para mañana, asumiendo que me pondré la misma camisa impregnada de humo de cigarro, grafica que no ando muy ordenado. Tampoco significa que haya apretado "random" para que el destino me arroje a cualquier parte o elija las canciones de mi existencia. Dentro del caos, hay algunas líneas más o menos fijas: la próxima semana vuelvo a Viña. Number one. Quizás la más importante.
En cuanto a mi "status" de vida, sigo varios cuerpos más atrás que mi círculo de amigos. Ya no me afecta, antes sí. Concluí que no puedo aceptar que la sociedad me imponga el modelo "ganadores v/s perdedores". En términos "nerds": alfa beta contra lambda, lambda, lambda. ¿Qué es ser ganador? Eso está más claro. Tener una pega estable, un buen departamento, auto, plata para tomar en un bar y no comprar la botella de pisco con la coca-cola de litro y medio en la botillería de la esquina, la misma de la tía que quince años atrás también nos vendía coca-cola, pero la tomábamos para recuperarnos de la pichanga de fútbol.
¿Y que es ser perdedor? Es un poco más subjetivo. Por lo que he oído, creo reunir varias condiciones para recibir el calificativo de "loser". No soy el prototipo del perdedor, condenado a la mierda, tal vez es sólo una aura pasajera, de la que podré sacudirme, ojalá en el corto plazo.
No puedo hacerme el huevón y no tocar el tema sentimental. Estoy solo. Tengo la tranquilidad que no siento nada malo dentro de mí, al revés de la letra de esa vieja canción de Los Prisioneros que Cabezas rehizo en el disco tributo. Me gusta parafrasear canciones.
¿Qué se ama cuando se ama? La pregunta de Gonzalo Rojas, de quien confieso que sólo he leído completo "La Miseria del Hombre" y poemas al azar, hurguetendo en libros ajenos y revistas, se me ha repetido en la mente durante estos días. He ido a dos conferencias suyas y escucho la pregunta con su voz lenta y pegajosa. ¿Qué se ama cuando se ama? Puta madre. Es para pensar días enteros, ¿no les parece? Somos tan egocéntricos que es inevitable también enamorarse de uno mismo estando con otro. No lo digo en el sentido más narciso de la expresión. Hay gente que se siente enamorado sólo por cómo actúa o se comporta estando con la pareja. Es cierto. No me digan que no. Se autoadmira y agradece con amor que el otro haya conseguido explotar tantas cosas positivas que creía perdidas o inexistentes. Por eso en tantas rupturas uno de los involucrados repite "gran parte de lo que soy te lo debo a ti y por eso quiero que me perdones por estar haciéndote daño". Pasa todos los días, en mansiones y poblaciones.
También uno se enamora de cosas insólitas, detalles absurdos que unidos configuran un sello de pareja. Ejemplo. En "Good Will Hunting", que en Chile se tradujo como "En busca de mi destino", dirigida por Gus Van Sant y cuyo guión fue escrito por Damon y Afleck, Robin Williams le dice a Damon que una de las cosas que extraña de su mujer fallecida son sus peos, que incluso llegaba a tirarse dormida. Es tan cierto. Al quebrarse una relación, ya sea por la muerte, el desamor o una canallada, uno no recuerda tanto los paseos por la playa ni las cenas románticas, sólo esos detallitos imborrables. Así llevo días pensando en cosas parecidas y me pillaron los 28 tratando de interpretar el amor, en vez de estar pegándome un polvazo en un ascensor, mientras el automóvil me espera en el estacionamiento.
INTERRUPCIÓN. MIS COLEGAS, QUEDAMOS TRES A ESTA HORA, SE ACORDARON DE LA FECHA Y ME ABRAZAN. PENSÉ QUE NADIE LEÍA LOS AVISOS DEL DIARIO MURAL DE LA EMPRESA. DE LOS TRES ABRAZOS, UNO ES SINCERO.
Retomemos. No soy abogado y prefiero ni hablar de sexo. Basta con decir que todavía consumo altas dosis de pornografía. Tan cagado no estoy, pero estoy a años luz de emular a Peter North o Ron Jeremy. Han pasado seis minutos y presiento que este cumpleaños será de los más raros de mi vida. 28. Suficiente para ser un análisis más maduro o acabado de lo que ha sido mi vida y hacia dónde voy. Es un ejercicio íntimo, aunque supongo que algo se puede compartir. El hecho que a esta hora esté pensando en que tengo que llegar a la casa para lavar un calzoncillo y un par de calcentines para mañana, asumiendo que me pondré la misma camisa impregnada de humo de cigarro, grafica que no ando muy ordenado. Tampoco significa que haya apretado "random" para que el destino me arroje a cualquier parte o elija las canciones de mi existencia. Dentro del caos, hay algunas líneas más o menos fijas: la próxima semana vuelvo a Viña. Number one. Quizás la más importante.
En cuanto a mi "status" de vida, sigo varios cuerpos más atrás que mi círculo de amigos. Ya no me afecta, antes sí. Concluí que no puedo aceptar que la sociedad me imponga el modelo "ganadores v/s perdedores". En términos "nerds": alfa beta contra lambda, lambda, lambda. ¿Qué es ser ganador? Eso está más claro. Tener una pega estable, un buen departamento, auto, plata para tomar en un bar y no comprar la botella de pisco con la coca-cola de litro y medio en la botillería de la esquina, la misma de la tía que quince años atrás también nos vendía coca-cola, pero la tomábamos para recuperarnos de la pichanga de fútbol.
¿Y que es ser perdedor? Es un poco más subjetivo. Por lo que he oído, creo reunir varias condiciones para recibir el calificativo de "loser". No soy el prototipo del perdedor, condenado a la mierda, tal vez es sólo una aura pasajera, de la que podré sacudirme, ojalá en el corto plazo.
No puedo hacerme el huevón y no tocar el tema sentimental. Estoy solo. Tengo la tranquilidad que no siento nada malo dentro de mí, al revés de la letra de esa vieja canción de Los Prisioneros que Cabezas rehizo en el disco tributo. Me gusta parafrasear canciones.
¿Qué se ama cuando se ama? La pregunta de Gonzalo Rojas, de quien confieso que sólo he leído completo "La Miseria del Hombre" y poemas al azar, hurguetendo en libros ajenos y revistas, se me ha repetido en la mente durante estos días. He ido a dos conferencias suyas y escucho la pregunta con su voz lenta y pegajosa. ¿Qué se ama cuando se ama? Puta madre. Es para pensar días enteros, ¿no les parece? Somos tan egocéntricos que es inevitable también enamorarse de uno mismo estando con otro. No lo digo en el sentido más narciso de la expresión. Hay gente que se siente enamorado sólo por cómo actúa o se comporta estando con la pareja. Es cierto. No me digan que no. Se autoadmira y agradece con amor que el otro haya conseguido explotar tantas cosas positivas que creía perdidas o inexistentes. Por eso en tantas rupturas uno de los involucrados repite "gran parte de lo que soy te lo debo a ti y por eso quiero que me perdones por estar haciéndote daño". Pasa todos los días, en mansiones y poblaciones.
También uno se enamora de cosas insólitas, detalles absurdos que unidos configuran un sello de pareja. Ejemplo. En "Good Will Hunting", que en Chile se tradujo como "En busca de mi destino", dirigida por Gus Van Sant y cuyo guión fue escrito por Damon y Afleck, Robin Williams le dice a Damon que una de las cosas que extraña de su mujer fallecida son sus peos, que incluso llegaba a tirarse dormida. Es tan cierto. Al quebrarse una relación, ya sea por la muerte, el desamor o una canallada, uno no recuerda tanto los paseos por la playa ni las cenas románticas, sólo esos detallitos imborrables. Así llevo días pensando en cosas parecidas y me pillaron los 28 tratando de interpretar el amor, en vez de estar pegándome un polvazo en un ascensor, mientras el automóvil me espera en el estacionamiento.