martes, abril 25, 2006

CITA

"De eso se trata en el fondo, maldita sea: hay que comprometerse hasta el final con la vida que uno ha escogido. Y hay que recordar que uno la ha escogido:hay mucha gente que ni siquiera puede elegir. Eres un tío listo, eres joven, tienes talento, ya te lo he dicho"
(Fiebre en las gradas, Nick Hornby)
Esta cita la escribí en mi pieza, estrujando la tinta de un plumón que había comprado en una micro. Esa pieza ya no existe. Sólo aparece en sueños. Hace poco vi una parecida, pero, estaba tan trastocada, que negué cualquier vínculo. Nada mío estaba allí. Ni siquiera esta cita, tan vigente como siempre.

miércoles, abril 19, 2006

HIJOS DEL ESTABLISHMENT


Ayer, muerto de frío de vuelta a casa, leí la columna de Vial en La Segunda. Pese a que no comulgo con la línea política que adopta el historiador cuando habla de contingencia, lo leo con frecuencia, tal como los miércoles parto El Mercurio con la columna del chalado de Hermógenes. Es necesario ver el otro lado, aunque, en el caso de Pérez de Arce, a veces sus postulados de siempre aparecen tan exacerbados, que limitan con el ridículo. Habla con el desparpajo del esquizofrénico que se ve devorado por el personaje que se ha inventado, como Avello en la farándula televisiva. "La voz de los con voz", lo definió genialmente Gumucio en una entrevista de Fibra.
En su columna, basándose en un reportaje de Gazi Jalil Figueroa, el hijo del viejo de TVN, Vial culpa a la Concertación por la tragedia de Hans Pozo. Por suerte, el columnista mantiene ciertos atisbos de objetividad y, en algunos párrafos, endosa la responsabilidad por la falta de educación, oportunidades, etc, a todo el establishment local. Me parece absurdo que, por tener 20 años, Pozo sea consignado como hijo de la Concertación, pues, claro está, su drama está arraigado en nuestra sociedad desde mucho antes que volviera la democracia. Vial se hace el huevón.
Al terminar la columna, pensé sobre el robo de cartera que sufrió la Pina por la tarde, mientras almorzaba con mi suegra en un restorán de Providencia. Por lo poco que entendí, entre medio de anulación de tarjetas, nervios e impotencia, el tipo no era un flaite. De hecho, antes de arrancar disimuladamente con las cosas, aparentó conversar por celular y no tenía mal aspecto. Era un poco mayor que Pozo, pero, de todas formas, según el criterio de Vial, podía ser incluido en la libreta familiar de la Concertación. De acuerdo a la descripción de un testigo del hecho, es probable que haya terminado sus estudios. ¿Quién tiene la culpa, entonces? Sinvergüenzas, canallas, delincuentes, todos, sobrevivirán aunque cambie el gobierno, se cree el Ministerio de Seguridad Pública o salgan 1500 pacos a la calle. Es decir, el culpable es el establishment, como el mismo Vial sugirió quizás por cargo de conciencia. Lo malo es que, casi siempre, la clase media paga el costo.

jueves, abril 13, 2006

LA GRASA DE LAS CAPITALES

Algunos ambientes, más de los que uno cree, entregan la condición que ambiciona cualquier voyerista o sociólogo frustrado: ser invisible. A veces, la fantasía no se cumple absolutamente, porque, en los sueños, en las teorías que uno arma con secreta inocencia o indecencia, dependiendo del caso, el hombre invisible tiene la facultad para intervenir las cosas a su favor. Es la gracia del asunto.
Siendo un espectador pasivo, como Swayze antes de dominar los trucos dimensionales en Ghost, es poco lo que se disfruta, menos si no se sabe cuándo se agota la facultad. La angustia se torna más pesada si se anticipa que el aterrizaje puede resultar tan estrepitoso, que anule de manera permanente la licencia para volar por cielos desconocidos, quedando la víctima ( en eso se transforma tras percatarse que la invisibilidad era un regalo fugaz y cruel) condenada a flotar en un limbo entre potencia, en el sentido aristótelico, y realidad.
Carne. Eso somos en esencia más elemental. El descuartizado de Puente Alto lo demuestra póstumamente. Todos merecemos ser carne. Si no tenemos cuerpo antes, es mejor no jugar a ser fantasma, por más que el ticket de embarque haya salido gratis. Paradójicamente, Pozo recuperó su fisonomía, su condición de ser humano, después que cercenaron sus extremidades.
Yo tengo cuerpo, sangre, neuronas, más fuertes de los que ahora se niegan a verme. Eso me hace indestructible, a pesar de desconocer la fecha de término de la escala fantasmal.

miércoles, abril 12, 2006

DOMICILIO CONOCIDO


No es fácil pasar por tres trabajos en un mes. Menos siendo periodista y renunciando voluntariamente a dos de ellos. A pesar de estar muy cómodo en Chilevisión, rodeado de gente valiosa, no tuve otra opción que marginarme para dar un salto mayor. Sé que me cerré algunas puertas. Duele fallar a gente que ha confiado en uno. Los últimos días en el programa fueron bastante incómodos, agónicos, con respirador artificial de hospital público. Fue el costo. Lo asumí con resignación, mudo a ratos, triste en otros. A veces las dos cosas al mismo tiempo. Por calidad de vida y plata, no había por dónde perderse, asumiendo que las pegas, sobre todo después de enterarme que la Pina había conseguido trabajo en Santiago, eran absolutamente incompatibles.
Ayer comencé como editor vespertino en el diario Estrategia. Es un enorme desafío. Seguro que no será fácil. Sin embargo, tengo fe en mis virtudes, que suicidamente poco tienen que ver con la economía. Tengo claro que un porcentaje mínimo de los periodistas optaron por esta profesión para babear con el tipo de cambio o soportar la prepotencia empresarial. Obviamente la mayoría que se dedica a esto, incluso los que hoy manejan los efectos de los índices con la soltura con que otros escogen la pinta para la escala del carioca, partieron con conocimiento vagos o escasos sobre esta rama, que de social cada vez le queda menos. Eso da tranquilidad.
Eso no es todo. Desde el viernes vivo con la Pina. Arrendamos un departamento muy bonito en Lyon. Convenimos en que lo mejor era funcionar como una sociedad conyugal. El concepto me parecía tan aterrador como el tratamiento de conducto del dentista. Ya derribé el mito. Todos los días me deshago de otro. Cuando uno tiene la certeza que ha escogido correctamente, todos los prejuicios desaparecen.